Después de encontrarse prácticamente sin techo, Sarah Eby comenzó a acumular objetos para no volver a sentir que no tenía nada en la vida. Hoy, inspirada por la gurú japonesa del orden, Marie Kondo, dice haber acabado con el caos para siempre.“Cuando me mudé a un apartamento, estaba completamente vacío”, cuenta Sarah Eby, una madre de Arvada, Colorado. “Así que compré todo lo que pude para poder sentirme en mi casa”. Sin embargo, después de varias mudanzas, empezó a reinar el desorden.
Hoy, ayudada por Kondo, esta joven de 27 años dice haber sacado de su vida el caos para siempre. Y no es la única.
Marie Kondo es menuda, pero su visión del orden ha alcanzado dimensiones estratosféricas. Su libro “La magia del orden” es objeto de un verdadero culto desde su publicación en Estados Unidos en 2014 y millones de personas han adoptado sus consejos para tener una existencia más ordenada y más feliz.
Pero realmente lo que ha causado sensación ha sido la nueva serie de Netflix sobre esta mujer de 34 años, titulada en español “¡A ordenar con Marie Kondo!”, que fue estrenada a comienzos de año, en pleno momento de buenas resoluciones. “Me encanta el desorden”, proclama Kondo, sonriente y rodeada de intérpretes al llegar a casa de varios ciudadanos estadounidenses en donde pone en práctica su famoso método “KonMari”.
La idea es simple: considerar cada objeto uno por uno, guardar solo los que “procuran felicidad” y darles un espacio definido en la casa. Después del proceso, todos los clientes tienen muchas menos posesiones. “Creo que todo esto forma parte de mi relación con las cosas”, estima Sarah Eby, que siguió el primer capítulo de la serie antes de sumergirse en el libro. “Nunca he sido caótica, sucia o desordenada. Tenía, sencillamente, muchas cosas, demasiadas. Y decidí separarme de los objetos que no me procuraban felicidad”, explica.
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Fama instantánea
Marie Kondo (aquí hablamos de cómo aplicar el método Marie Kondo en las viviendas inteligentes) se convirtió en un icono cultural prácticamente de un día a otro y sigue siendo objeto de gran cantidad de tuits y memes que se han hecho virales y de cientos de artículos que desentrañan su trabajo con una profundidad a veces hasta sorprendente. Su método tampoco ha escapado a la controversia: aconsejar a sus clientes para que se deshagan de los viejos libros ha conseguido, por ejemplo, encolerizar a los amantes de los libros en las redes sociales.
Sin embargo, para Den Kovacs, un periodista de Michigan especialista en videojuegos y discípulo del método, Marie Kondo, con sus dulces consejos emitidos sin juicio, es una gran alternativa a otros programas mucho más sensacionalistas de telerrealidad. “Muchas personas se encuentran verdaderamente en pleno caos, se sienten sobrepasados”, dice Kondo. “Así que cuando ven que llega alguien que les dice: ‘yo puedo arreglar esto’, piensan: ‘Sí, necesito esto en mi vida’”.
En las redes sociales algunos hablan de un “efecto Kondo” con un incremento de los objetos a la venta en las tiendas de segunda mano, aunque, según dijo un portavoz de la cadena Goodwill a AFP, “es demasiado pronto para decirlo”. En respaldo de la teoría creciente de la Kondomanía, un estudio de 2016 ya afirmaba que demasiado caos era perjudicial para el sentimiento de bienestar. “Es lo contrario de lo que la gente puede pensar”, explica Joseph Ferrari, profesor de psicología de la universidad DePaul de Chicago y coautor del estudio. “Muchos creen que hay que tener muchas cosas, y que quienes viven en la abundancia son más felices. Pero no”.
Una vida social mejor
”Verdaderamente hace bien”, explica Den Kovacs, que ha probado otros métodos de orden y considera que éste es el más eficaz. “He ordenado mi espíritu. Es como si tuviera menos estrés, menos cosas a las que prestar atención… puedo, sencillamente, concentrarme en mi mismo”, señala orgulloso. Este método ha estimulado incluso la vida social de Olguyne Fernandez-Fraga, una nutricionista de 27 años que vive tranquilamente en Miami.
“Antes nos planteábamos: ‘¿Podemos invitar a este o al otro a casa?’ y nos decíamos casi con angustia: ‘No, mira cómo está la casa’! Sin embargo, ahora los invitados podrían venir en diez minutos. Estaría todo listo para recibirlos”, se alegra.
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