La población femenina también hace vida en las ciudades y, sin embargo, el diseño urbanístico en las últimas décadas ha estado siempre ligado a los parámetros masculinos, sin reflejar las necesidades reales de las mujeres contemporáneas y su relación con el entorno en el que viven. Surge así un movimiento feminista llamado ‘urbanismo con perspectiva de género’.
Desde este movimiento se reivindica un planteamiento urbanístico amigable con el género femenino, en el que la mujer debe tener una participación directa. GILMAR se une a esta reivindicación, en la firme convicción de que el urbanismo con perspectiva de género no sólo es más justo, sino que también resulta más funcional y redunda en una mayor eficiencia y bienestar social.
A pesar de que la lucha feminista ha logrado grandes avances en las últimas décadas, los datos demuestran que todavía son las mujeres quienes mayor peso soportan en el desarrollo social. Así, son mayoría las mujeres encargadas de los cuidados familiares y dedican más horas diarias que los hombres a las tareas domésticas, a pesar de que una gran parte de ellas desempeña una actividad laboral a tiempo completo.
Las consecuencias negativas de este pluralismo de labores se ven, además, agravadas por un planteamiento urbano inadecuado, que les hace perder tiempo y les obliga a un sobre esfuerzo. Por ejemplo, un mal diseño del transporte público dilata los tiempos de desplazamiento entre el lugar de trabajo y el domicilio; la deficiente accesibilidad a centros escolares o de salud incide en el esfuerzo que se hace para el cuidado de los hijos, la falta o lejanía de espacios públicos de recreo dificultan la dispersión y el disfrute en familia.
Índice
¿Qué es el urbanismo con perspectiva de género?
La corriente del urbanismo con perspectiva de género pretende unificar estas dos vertientes: una, la de las necesidades de las mujeres urbanitas a nivel global; otra, la participación de las mujeres arquitectas y urbanistas con una visión más realista sobre cuáles son las necesidades de las mujeres en dentro de la realidad que les toca vivir y los nuevos roles que éstas desempeñan en la sociedad.
El fenómeno de urbanismo con perspectiva de género consiste, por tanto, en una distribución del espacio urbano planteado por y para las mujeres. Porque el bienestar ciudadano en muchas ciudades del mundo aún no se ha planteado pensando en la población femenina, es necesario hacer este cambio y dejar actuar a aquellas expertas que se ven representadas con él.
Esta perspectiva no es algo que haya surgido de la mano de los últimos movimientos feministas. Es un aspecto que se lleva estudiando varios años, con origen en la reunión de la Asociación Mundial de Grandes Metrópolis de 2005, dónde ya se habló de abordar esta necesidad contando con la participación de arquitectas y urbanistas expertas en esta materia. La intención de esta reunión fue ir encauzando el cambio con una visión de género más general, y no solo enfocada en términos masculinos. Todo ello según las posibilidades de cada ciudad, y las necesidades concretas del género femenino que las habita.
Urbanismo con perspectiva de género, hoy
Hoy en día, esta idea va cobrando cada vez más importancia en el diseño de las ciudades de todo el mundo. Nombres como Adriana Bisquert, Isabela Velázquez, Inés Sánchez de Madariaga, Pascuala Campos, Pilar de Bustos y otras arquitectas jóvenes, están tomando las riendas de la planificación de los proyectos urbanísticos, con una visión más fresca y práctica para las ciudades. Más allá de los que se consideran los arquitectos y arquitectas españoles más influyentes en la actualidad.
Concretamente, la arquitecta española Inés de Madariaga es una de las portavoces en nuestro país del nuevo movimiento de arquitectura y género, dentro de los planes de urbanismo en los que participan de forma activa o exclusiva las mujeres. Autora de libros e infinidad de artículos que hablan de su propia experiencia en el urbanismo con perspectiva de género, es conocedora de las necesidades de cambio en este aspecto de la sociedad.
Inés de Madariaga se encuentra al mando de la Asociación de Mujeres Arquitectas de España, y señala la puesta en marcha de estudios para conocer las necesidades de las mujeres trabajadores de nuestro país, para poder así promocionar el trabajo de las arquitectas basándose en estos aspectos a cubrir. Hoy en día ya se están percibiendo algunos cambios en el ámbito arquitectónico, valorándose el mérito del trabajo femenino al igual que el trabajo de los arquitectos masculinos, pero todavía queda mucho camino por recorrer, y muchas batallas que luchar.
Arquitectura y género: la realidad en España
En nuestro país, podemos citar Irún como ciudad pionera en urbanismo con perspectiva de Género, pues su Ayuntamiento ya trabaja con la Cátedra UNESCO de género del departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio de la Universidad Politécnica de Madrid, dirigida por Inés Sanchez de Madariaga, una de las máximas representantes de esta corriente.
Barcelona es otra ciudad que ha comenzado a trabajar en esta reordenación urbana, a través de la edición de un documento guía para alcanzar un urbanismo inclusivo y lograr que el espacio público atienda las necesidades de toda la población, especialmente de colectivos más vulnerables como las mujeres, las personas mayores o la infancia.
En cuanto a Madrid, el Ayuntamiento también cuenta con una guía que aboga por el urbanismo con perspectiva de género que contempla la creación de espacios comunitarios que faciliten el encuentro y la relación social o, incluso, un giro arquitectónico a través de pautas que redunden en una mayor seguridad.
En definitiva, el urbanismo con perspectiva de género ya no es sólo una utopía, sino que se está convirtiendo en realidad en los nuevos proyectos urbanísticos o la reordenación de la arquitectura o los espacios ya existente. En GILMAR tenemos claro que el verdadero objetivo del feminismo está en que se produzca un profundo cambio integral que afecte a todos los aspectos de la vida, luchando por una igualdad real entre géneros.
Estamos seguros de que ese momento llegará. Proyectar las ciudades atendiendo a la perspectiva de género ayudará mucho a ello, pues facilitará la vida también a los muchos hombres que ya participan en un reparto de tareas real y animará a que muchos otros estrechen con las mujeres la carga de responsabilidades familiares y sociales. Y cuando todos vivamos en igualdad, el urbanismo con perspectiva de género desaparecerá y pasará a llamarse, a secas, urbanismo funcional.
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