Llevamos algún tiempo leyendo (y escuchando) que el precio de la vivienda sube, que se teme por una vuelta de la ‘burbuja’ inmobiliaria, que los alquileres se disparan… Como en todos los sectores, generalizar no es bueno. Para nadie.
Las cosas valen lo que el mercado dice que valen. Las casas también. El mercado es el que manda. Por eso, si nos centramos en el mercado nacional, el Consejo General del Notariado hacía públicos unos datos que confirman el aumento de operaciones de compraventa de viviendas -un 2,6% en julio 2017 respecto a julio de 2016- pero un descenso en el precio medio (0,5%). Estas cifras tienen sus matices, como siempre.
No es lo mismo hablar de obra nueva que del mercado de segunda mano. No es lo mismo hablar de las zonas ‘prime’ de grandes núcleos urbanos, que de una vivienda en Soria, Palencia, Álava, Orense o Navarra, donde se registran las mayores caídas del precio medio (entre -3,5% y -1,9%).
La demanda es la que genera crecimiento o desaceleración. El cliente manda. Donde hay más demanda y no crece la oferta de viviendas en venta, el precio del metro sube. Aunque la mayoría de fuentes oficiales constatan subidas en el precio de la vivienda, no se puede hablar de “subida de precios” en términos generales. Es una temeridad en toda regla.

Madrid, Málaga, Barcelona, Baleares e Islas Canarias, las más “dinámicas”

No estoy descubriendo la penicilina. Las zonas con gran atractivo económico y turístico como Madrid, Barcelona, Málaga, Baleares y Canarias son las que concentran mayor interés de inversores nacionales e internacionales. La estabilización de la actividad inmobiliaria se consolida en grandes áreas metropolitanas y de costa turística. En otras áreas, lo hace de forma más selectiva, en barrios e incluso calles determinadas. Casi la mitad del país necesita aún concluir ajustes en los precios a causa de una escasa demanda y/o porque aún conservan muchas viviendas en stock.

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Interés internacional por España

El departamento internacional de GILMAR ha vuelto a comprobar recientemente el interés creciente por invertir en España. La presencia de nuestra compañía en la feria CityScape de Dubai (en la imagen, junto a nuestro socio londinense ‘Chestertons’) confirma que la rentabilidad que ofrecen los productos inmobiliarios y la seguridad jurídica y económica del país están animando a los inversores extranjeros a buscar rentabilidades que no encuentran en muchos lugares más.
Sin olvidar que hay mucho de especulación en esto, la tendencia puede influir en el precio de determinados productos, pero ni el creciente interés extranjero ni el aumento de operaciones de ámbito nacional deberían provocar una subida generalizada y exponencial del precio de la vivienda, y mucho menos a los niveles anteriores a la crisis. Aplicando la lógica, y el mercado manda, cada vivienda tiene un ‘techo’ de precio a partir del cual nadie estará dispuesto a comprar y el propietario tendrá que corregir ese precio a la baja. Así de sencillo.
Los precios se están estabilizando después de casi diez años de bajada. El mercado se estabiliza y en ese proceso de recuperación es lógico que el valor de la vivienda suba. Bajó mucho porque había necesidad de vender. El comprador o inversor privado para perder el mínimo dinero posible (basándose en el precio al que compró) y las promotoras o constructoras para no descapitalizarse y quebrar víctimas de las líneas de crédito sobre el suelo o las estructuras ya levantadas.
De ahí a pensar que volvemos a otra burbuja inmobiliaria hay un salto importante. En la ‘burbuja’ intervinieron otros ‘agentes’, como las entidades bancarias, capaces de conceder hipotecas a personas incapaces de pagarlas. Por ahí es por donde se deben controlar posibles ‘estallidos’ futuros.